Identidad 21

Desperdicio de alimentos: cuando el cambio empieza por casa

Escrito por Debora Avram | Jul 15, 2025 1:23:01 PM

Por Gerardo Gasparutti, Director de la Licenciatura en Nutrición y Licenciatura en Tecnología de Alimentos de Universidad Siglo 21
Imaginemos dos gigantes estadios de fútbol como los que tenemos en nuestro país. Ahora hagamos el ejercicio de pensarlos llenos de alimentos: eso es lo que se desperdicia por año solamente en América Latina. Traducido a números, las estadísticas indican que aproximadamente el 30 % de la comida que se produce no se consume. Esta problemática es multicausal y se asocia a distintas prácticas ineficientes en los distintos puntos de la cadena agroalimentaria.

En Argentina, el desperdicio se acerca a los 16 millones de kg por año y la mayoría se genera en los comercios minoristas y en los hogares; estos dos últimos eslabones están involucrados en la mitad del despilfarro. En el segmento de frutas y hortalizas, esa cifra asciende a más del 40%. Concretamente, esto significa que por cada kilo de frutas o verduras que se produce, casi la mitad termina en la basura.

De la reflexión a la acción

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU establece 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). El ODS 12 plantea la necesidad de garantizar una producción y consumo sostenible. Esto consiste en hacer más y mejor con menos. Dentro de este objetivo, la meta 12.3 busca reducir a la mitad el desperdicio mundial de alimentos per cápita a nivel de los minoristas y consumidores, y es aquí donde el consumidor se torna imprescindible para ayudar al cumplimiento de esta meta.

Es importante aclarar la diferencia entre pérdida y desperdicio. Las pérdidas ocurren en los eslabones iniciales de la cadena, mientras que los desperdicios son los descartes durante el suministro, comercialización y consumo en el hogar.

En nuestro país, el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca realizó en 2015 el primer ejercicio de estimación de la Pérdida y Desperdicio de Alimentos (PDA). El cálculo estimó un volumen total que representa el 12,5% de la producción agroalimentaria nacional, siendo las frutas y hortalizas los productos con mayor porcentaje. En 2019, este ministerio reglamentó el Plan Nacional de Reducción de Pérdidas y Desperdicios de Alimentos, con el fin de movilizar a productores, distribuidores, consumidores y asociaciones civiles, prestando atención a las necesidades alimentarias de la población en vulnerabilidad.

En consonancia, el proyecto de investigación de Universidad Siglo 21 titulado Desperdicios de frutas y hortalizas en comercios minoristas (verdulerías) de la Ciudad de Córdoba evidenció que en los comercios se desperdicia el 13% de las frutas y hortalizas. Las principales causas: exceso de maduración, lesiones o cambios en la apariencia.

Sobre el destino del desperdicio, el 95% lo dispuso como basura/residuo. Solo el 5% fue donado aunque era apto para consumo. Estos datos alertan sobre cómo los consumidores eligen por aspecto visual, dejando de lado aquellos productos que no representan perfección estética.

Educación alimentaria, la principal herramienta

La vorágine cotidiana impide muchas veces cuestionar nuestros hábitos alimentarios. Los hogares son responsables de más de la mitad del desperdicio, lo que evidencia la importancia de las acciones individuales.

Debemos pensarnos como consumidores conscientes, comprometidos con el cuidado del ambiente y la salud, y también como consumidores inteligentes, que compran de forma local, consumen productos de estación, y aprovechan todas las partes de los vegetales, incluso cáscaras comestibles.

Ser inteligente también implica cuestionar los estándares estéticos que llevan al descarte de alimentos por forma, color o tamaño. Es momento de seguir trabajando para lograr cambios, pero el cambio empieza por casa.

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