Por Jorge Fantín
Director de la Maestría en Administración de Negocios y Aplicaciones Tecnológicas en la Empresa.
Cada cuatro años, la ciudadanía argentina tiene la oportunidad de elegir un nuevo gobierno nacional. Como ha sucedido en otras elecciones, en esta oportunidad, tampoco sabemos quién resultará electo ni cómo será el entorno de negocios a partir del día siguiente a las elecciones.
Esta situación no es exclusiva de Argentina. El mundo también está atravesando transformaciones disruptivas en materia política, climática, tecnológica, financiera y social, con profundas implicancias geopolíticas que aumentan el nivel de incertidumbre en el que conducimos nuestros negocios.
Incertidumbre y riesgo están intrínsecamente conectados, ya que al aumentar uno, también lo hace el otro. En este contexto, se vuelve fundamental replantear nuestras decisiones estratégicas.
El planeamiento a partir de escenarios ofrece un mecanismo válido y útil para lidiar con la incertidumbre. No la elimina, pero sí permite trabajar con hipótesis alternativas de futuro.
No se trata de pronosticar, sino de explorar factores críticos que configuran el futuro y, al mismo tiempo, profundizar la comprensión colectiva del presente.
Este enfoque no solo mejora la toma de decisiones, sino que también ofrece una nueva perspectiva sobre el negocio.
En un entorno tan competitivo, la velocidad de reacción ante cambios externos es clave. Por eso, imaginar diferentes futuros posibles puede marcar la diferencia.
Al construir escenarios, exploramos variables del entorno de negocios y preparamos un conjunto de respuestas alternativas para cada posible contexto.
Esta herramienta no dice cuál es la mejor decisión, sino que prepara a la organización para actuar ante diferentes realidades.
Con esta herramienta, lo inesperado deja de ser inesperado:
Ya lo analizamos y ensayamos. Como un piloto que se entrena con simulador, la organización puede prepararse para responder de forma eficaz cuando lo posible se haga presente.