Sudamérica enfrenta una paradoja crítica: posee extraordinarios recursos renovables pero necesita movilizar USD 500.000 millones anuales hasta 2050 para cumplir sus compromisos climáticos. En 2024, la región captó apenas el 2,5% de la inversión global en transición energética (USD 58.000 millones), lo que evidencia una brecha alarmante.
Esta brecha no es solo financiera. Es una brecha de decisión política, visión estratégica y, fundamentalmente, de preparación profesional. Detrás de cada proyecto, política o inversión, hay personas capacitadas cuyas decisiones definirán el futuro energético y económico de la región.
Las cifras presentadas por a Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) son contundentes. Para 2050, las energías renovables podrían abastecer hasta el 98,5% de la electricidad de Sudamérica, pero solo si duplicamos el ritmo actual de instalación e invertimos masivamente en redes, almacenamiento y electrificación.
El panorama es desafiante: en 2024, la región añadió 23 GW de capacidad renovable. Sin embargo, para alcanzar sus metas, requiere instalar 55 GW adicionales por año, más del doble de la tasa actual.
Pero aquí reside la oportunidad: acelerar la transición podría incrementar el PIB regional en un 1,1% anual y crear más de 12 millones de empleos en el sector energético hasta 2050. No es solo un imperativo ambiental, sino un motor de crecimiento económico sin precedentes.
La región no parte de cero:
La enorme inversión requerida no se traduce automáticamente en desarrollo. Se necesita una masa crítica de profesionales que comprendan tanto la dimensión técnica como la gestión estratégica de proyectos renovables. IRENA recomienda fortalecer seis factores clave: estrategia regional, gobernanza, capacidades laborales, financiamiento, infraestructura y planificación energética.
Las capacidades laborales se construyen a través de formación especializada que integre tecnologías renovables, gestión de proyectos, viabilidad económica, marcos regulatorios y financiamiento climático. Programas como la Especialización en Gestión de Energías Renovables de Universidad Siglo 21son, por tanto, relevantes de manera crítica.
No se trata solo de entender cómo funciona una tecnología, sino de saber cómo hacer viable un proyecto de 100 MW, navegar marcos regulatorios complejos, estructurar acuerdos de compra de energía o integrar almacenamiento en redes con alta penetración renovable.
Los 12 millones de empleos proyectados no serán todos equivalentes. La región necesita gestores de energías renovables capaces de:
Este es el perfil de un profesional integral, con visión estratégica y capacidad de ejecución, que entiende la transición como un desafío técnico, una oportunidad de negocio y un imperativo social.
Sudamérica tiene los recursos para ser una potencia renovable mundial, pero le falta decisión política, infraestructura moderna y una visión común. Esa visión se construye desde la formación de profesionales que no solo comprendan, sino que lideren la transición.
Cada dólar invertido en energías limpias puede generar retornos múltiples, pero estos dependen de la calidad de quienes diseñan, gestionan e implementan los proyectos.
La región tiene una década decisiva por delante. Podemos seguir como espectadores o convertirnos en protagonistas de una revolución energética que genere prosperidad y un futuro sostenible.
La diferencia entre estos escenarios no radica solo en el capital disponible. Radica en las personas preparadas para movilizarlo y convertirlo en resultados tangibles. La transición no espera. ¿Estamos preparando a quienes la liderarán?