Estudiantes y sus identidades

12 de septiembre de 2022

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Macarena Perusset Directora de Investigación. Secretaría de Investigación y Transferencia Científica.

Tal como quedó plasmado en la última edición del Congreso Innova Educa 21, en la Universidad Siglo 21 estamos convencidos que las prácticas educativas tienen un potencial transformador de los mundos propios y de los compartidos, por lo que apostamos por un modelo basado en la educación positiva, centrado en la experiencia del estudiante.Al poner foco en un aprendizaje centrado en la experiencia se rompe con los estilos que invisibilizan la singularidad, permitiendo la posibilidad de la trasformación desde la experiencia singular, la apertura hacia líneas y horizontes de sentido para mundos compartidos (Innova Educa 21, 2022).

En este marco, junto con Mimí Arguello Lobo, Natasha Steimberg y Mariela Mociulsky compartimos el panel sobre estudiantes y sus identidades, entendiendo que éstas son construidas dentro y no fuera del discurso, por lo que es preciso comprenderlas a partir del contexto en el que son producidas (Hall, 1996). Esta idea nos permite dar cuenta que la transformación digital de la que tanto venimos hablando, además de generar cambios en todas las áreas que ya conocemos, ofrece también nuevas posibilidades de expresar la identidad. Una identidad que da lugar a las distintas historias que conforman al sujeto y que se reflejan en la manera en que expresa su independencia, su creatividad, en su capacidad de aprender, ejercer el juicio crítico y pensar. Sin dudas, así expresada, entendemos que**la identidad no es una entidad rígida y homogénea, sino más bien una construcción discursiva consistente en la articulación de un conjunto de elementos heterogéneos **(Gorlier, 2005).

Los aportes de Mimí Arguello Lobo, Natasha Steimber y Mariela Mociulsky enriquecieron esta mirada, permitiendo comprender que la identidad es, en definitiva, contingente y es siempre el producto de una construcción conjunta con otro, aportando ejemplos que permiten considerar las identidades como dispositivos, sin duda heterogéneos, con funciones estratégicas concretas para los individuos que las sostienen e inscriptas en el cruzamiento de relaciones de poder y saber. Pensar de forma interseccional, como señalaba Natasha Steimberg, puede ayudarnos a identificar las dinámicas sutiles que perjudican a algunos estudiantes y buscar potenciar el acceso a oportunidades de aprendizaje y la posibilidad de conectarnos desde la igualdad. Por ello, explorar las prácticas en el mundo off line como en el espacio virtual nos permite abrir la mirada a un panorama que se orienta hacia relaciones entre distintos medios, las cosas y múltiples sujetos.

El debate, sumamente enriquecedor, nos permite comprender que las personas no siguen un único guion, sino que van escribiéndolos de acuerdo con sus experiencias y el proceso de socialización, imprimiendo cambios significativos que les permiten desplegar sus acciones y responder a las expectativas sociales según los contextos en los que se desenvuelvan, tal como indicaba Mariela Mociulsky. Es así como todas las historias nos hacen ser quienes somos. Una única historia crea estereotipos y el problema con los estereotipos es que son incompletos, hacen que una única historia se vuelva la única historia, y como mostró Mimi Arguello Lobo, dar lugar a estas historias, visibilizar las historias sirve para empoderar y humanizar.

Quiero recuperar la necesidad de reconocer y situar en nuestro contexto las historias que se desarrollan y trabajar para poner de relieve la diversidad presente en el panorama de las identidades de nuestros estudiantes. La identidad no es una categoría monolítica, por lo tanto, entender que puede haber diversos resultados de aprendizaje en virtud de las distintas formas que va adoptando, según los distintos contextos en los que se da, es fundamental.