La desinformación: una amenaza silenciosa que crece cada segundo
30 de abril de 2025

Por Luciano Monchiero Director de la Especialización en Cibercrimen Universidad Siglo 21
En los últimos días, hemos visto cómo un evento concreto —el apagón masivo de internet en España y otros países, el 29 de abril— se transformó en el caldo de cultivo perfecto para que la desinformación hiciera de las suyas. Según informó RTVE, ante la caída de servicios como Google, Amazon o TikTok, en cuestión de minutos comenzaron a circular teorías conspirativas, audios falsos e imágenes descontextualizadas que no hicieron más que aumentar la confusión social.
Esta situación no es nueva, pero sí cada vez más alarmante.
Cuando hablamos de desinformación, no solo nos referimos a noticias falsas en un sentido clásico; hablamos de un fenómeno que se retroalimenta de la velocidad con la que consumimos contenido y de la falta de verificación inmediata por parte de quienes leen, escuchan o comparten. En ciberseguridad, lo sabemos bien: la amenaza no siempre es un malware o un ataque directo a sistemas críticos. A veces, el ataque más efectivo es sembrar incertidumbre en la mente de millones de personas al mismo tiempo.
La desinformación es un riesgo de seguridad. Y como tal, debe ser abordado globalmente.
En el apagón de abril, muchos usuarios recibieron audios alertando sobre supuestos "golpes de Estado", "hackeos masivos" o "acciones militares", todos infundados. Imágenes de supuestos disturbios que no pertenecían siquiera a ese contexto empezaron a viralizarse como si fueran actuales. Es aquí donde la falta de pensamiento crítico y de educación en consumo digital muestra sus consecuencias más preocupantes: una ciudadanía expuesta, vulnerable, incapaz de discernir entre un hecho verificado y una manipulación malintencionada.
Desde la ciberseguridad, insistimos en algo fundamental: el manejo de la información es hoy tan estratégico como proteger una infraestructura crítica. Porque el impacto de una noticia falsa —o de miles replicándose simultáneamente— puede tener consecuencias reales en la vida cotidiana: desde generar pánico colectivo hasta influir en elecciones o provocar inestabilidad económica.
Es importante comprendes que este fenómeno no va a detenerse, si no que continuará creciendo. A cada segundo, millones de usuarios reciben, comparten y creen en contenidos que no fueron verificados. El alcance global de internet ha hecho que la desinformación deje de ser un problema local para convertirse en una amenaza transnacional que exige colaboración internacional, marcos normativos robustos y, sobre todo, una ciudadanía más consciente y educada en el uso de las tecnologías.
Por eso, en el Córdoba Cybersecurity Conference que se realizará el próximo 10 de junio en Universidad Siglo 21, dedicaremos un espacio especial a hablar de esta amenaza silenciosa. No podemos seguir viendo la desinformación como algo anecdótico. Es un problema de ciberseguridad, de derechos humanos y de estabilidad social.
En este encuentro debatiremos estrategias, compartiremos casos reales, y sobre todo, buscaremos construir juntos una nueva cultura digital, donde la verdad tenga un espacio más fuerte que la manipulación.
Hoy más que nunca, entender el impacto de la desinformación no es opcional: es un deber si queremos vivir en una sociedad libre, informada y segura.