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Argentina y el mundo: momento clave para fortalecer la democracia
30 de abril de 2025

Por Nicolás Fantini Docente e Investigador de Universidad Siglo 21
¿Puede una buena conversación salvar a la democracia?
En tiempos de polarización extrema, fake news y agotamiento social, una idea tan simple como poderosa podría ser la clave para fortalecer las democracias del siglo XXI: volver a conversar. Pero no de cualquier manera. Se trata de incorporar mecanismos concretos de deliberación ciudadana que transformen el debate público en una herramienta real de decisión y construcción colectiva.
Este enfoque, conocido como democracia deliberativa, parte de una premisa tan antigua como olvidada: las decisiones más importantes deben surgir del intercambio respetuoso de ideas, donde todos tengan voz y razones válidas que aportar. En un mundo donde el grito, el odio y la desinformación parecen llevar la delantera, esta propuesta suena casi revolucionaria.
Democracia al borde del agotamiento
Las democracias liberales enfrentan una tormenta perfecta. Al desgaste natural del sistema se suman nuevos fenómenos globales: el cambio climático, la desigualdad económica, la crisis ambiental, el resurgimiento de conflictos armados y, como si fuera poco, una ciudadanía cada vez más cansada, ansiosa y desconfiada. ¿Cómo pedirle a una sociedad en burnout que se comprometa con la vida política?
A esto se suma el impacto de las redes sociales, que muchas veces no amplifican el debate sino que lo distorsionan. Las noticias falsas circulan más rápido que las verificadas y las posturas extremas encuentran eco en burbujas digitales que refuerzan la confrontación. En este contexto, pensar en una conversación democrática suena casi ingenuo. Pero no lo es.
Una herramienta contra el odio y el autoritarismo
La democracia deliberativa no busca excluir a nadie. Ni siquiera a quienes sostienen discursos extremos o ideas controvertidas. Su límite no está en las posturas, sino en la exigencia de argumentar. En ese terreno, todo el mundo debe estar dispuesto a aceptar razones sólidas y participar en debates públicos previos a las decisiones. No se trata de callar al otro, sino de poner a prueba nuestras ideas en un espacio común.
Mecanismos como las audiencias públicas o los debates parlamentarios sobre temas clave —como la Ley de Medios o la Interrupción Voluntaria del Embarazo en Argentina— son ejemplos concretos de instancias deliberativas. Y son también señales de que este modelo no es una utopía académica, sino una herramienta ya en uso, que puede fortalecerse y expandirse.
Porque cuando la deliberación desaparece, el riesgo es claro: avanza la violencia, entendida como la ruptura del derecho y del diálogo social. Y por esa puerta pueden colarse fácilmente los modelos autoritarios.
Deliberar a nivel global
En un mundo hiperconectado, las decisiones políticas ya no tienen fronteras. Lo que un país decide sobre medioambiente, economía o derechos humanos impacta directamente en otros. Por eso, la necesidad de deliberación se vuelve también internacional: los Estados deben aprender a dialogar con argumentos sobre problemas comunes, desde el cambio climático hasta la redistribución de la riqueza.
¿Y en Argentina?
El país no es ajeno a estos desafíos. La pregunta clave es: ¿cómo fortalecer la democracia sin caer en soluciones autoritarias o decisiones impulsivas? La respuesta puede estar en construir espacios de diálogo inclusivo, donde se garantice el debate igualitario entre todas las personas, sin importar clase social, género, edad o ideología.
Quienes sostienen posturas negacionistas o fomentan discursos de odio, al negarse a debatir con argumentos, se convierten en una amenaza directa a este modelo de democracia. Y frente a eso, la respuesta no debe ser la exclusión, sino la exigencia de razones, evidencias y respeto al otro.
Una apuesta desde la academia
Esta mirada no surge del aire. Es parte de una investigación en marcha, desarrollada en el marco de un proyecto titulado "La democracia deliberativa como herramienta para contribuir a la solución de los flagelos actuales en el Estado y sociedad argentinos", dirigido por el Dr. Cristian Altavilla y Valentina Gervasi. El equipo, del que forma parte el autor de esta nota, trabaja desde Universidad Siglo 21 con el objetivo de demostrar que la deliberación no es solo deseable, sino posible y urgente.
Porque en tiempos de crisis, no basta con elegir representantes. Hace falta pensar, argumentar y decidir juntos. Y eso, aunque suene simple, podría ser el salvavidas que nuestras democracias están necesitando.
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