¿Qué celebramos el 12 de octubre? Tensiones conceptuales

27 de septiembre de 2024

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Por Dr. Damián Andrés Cantón Gardés Doctor en Ciencias Sociales y Polìticas. Docente e Investigador Universidad Siglo 21

Es probable que muchos lectores de este artículo hayan transitado por las aulas escolares con el mensaje que conmemoraba el 12 de octubre como el "Día de la Raza" y el "Descubrimiento de América", evocando la epopeya de Don Cristóbal Colón, quien atravesó el océano Atlántico partiendo de Huelva (Andalucía) allá por 1492, llegando a tierras recónditas e inesperadas.

Ahora bien, ¿por qué cuestionar estos conceptos tan arraigados en nuestra historia nacional? ¿Por qué cambiar estas formas tradicionales de comprender los hechos que marcaron nuestra identidad?

Primero, y como parte casi del sentido común, es posible decir que suena un tanto "extraño" hablar de "razas" que se "encontraron", con una connotación genética que sugiere la idea de conglomerados humanos diferenciados en términos biológicos e incluso culturales.

De esta manera, en el año 2007, el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo declaró que el término "raza" ya no dispone de un sustento científico y pasa a ser considerado ofensivo o despectivo. Así, se decidió rebautizar el nombre por el Día del Respeto a la Diversidad Cultural, que se oficializó el 3 de noviembre de 2010 a través del Decreto Presidencial número 1584.

El segundo término en cuestión también nos lleva a preguntarnos: ¿cómo es posible sostener que alguien me ha "descubierto" siendo yo mismo el sujeto del relato? En otras palabras, es posible decir que España "descubrió América", pero no que, como americanos, "fuimos descubiertos por España". Esto suena contradictorio no solo en términos políticos o culturales, sino también desde un punto de vista lógico. ¿Cuál es el término más apropiado para denominar a los pueblos que existían antes de la llegada de Colón, y qué dice nuestra Constitución al respecto?

Existen ciertas controversias para encontrar un término exacto que denomine a los pueblos que ya existían hasta la llegada de los españoles. Así, ha quedado en desuso el término "indio", asociado a la pretensión hispánica de llegar a las Indias. Tampoco es corriente el término "aborigen", que desde su significado implica "sin origen" o "desde el origen de los tiempos", lo cual tampoco sería correcto, dado que es muy difícil determinar una continuidad inmanente en un mismo territorio.

En términos académicos, se ha avanzado en el uso del término "pueblos originarios", aunque persisten discusiones sobre si cabe afirmar que un pueblo es "más originario" que otro o sobre a partir de cuándo se establece la génesis de un asentamiento primario u "original". Por su parte, en 1989, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) declaró la denominación oficial de "pueblos indígenas", que puede entenderse como "nativos", a través del Convenio 169. Este convenio reconoce una continuidad histórica y una conciencia colectiva que tienen su origen previo a la expansión colonizadora de Europa occidental a partir del siglo XV. Resulta un mito, nacido del desconocimiento, la idea de que Argentina está conformada casi exclusivamente por inmigrantes descendientes de los "barcos". Es probable que muchos seamos parte de este importante legado que surge de las grandes migraciones gestadas desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX.

Desde las luchas por la Independencia y durante el proceso de formación del Estado Nación hasta 1853, se recurría al concepto de "proveer a la seguridad de las fronteras y conservar el trato pacífico con los indios", según el artículo 67, inciso 15, de la Constitución Nacional de 1853. En la actualidad, como resultado de la Reforma Constitucional de 1994, el artículo 75, inciso 17, establece que corresponde "reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos". Esto sostiene la idea de la existencia de pueblos previos a la formación del Estado nacional y subraya la necesidad de establecer lazos de convivencia y reciprocidad.

Algunas reflexiones finales

Desde nuestro Proyecto "Pluralismo, Democracia y Ciudadanía en Argentina", inscrito en el marco de la Secretaría de Investigación, hemos realizado un recorrido a través del reconocimiento de diversos colectivos en situación de exclusión, que incluyó a 10 pueblos indígenas a lo largo y ancho del país, durante más de 5 años de trabajo. En este contexto, nos invita a reflexionar el término acuñado por Rousseau, uno de los padres del Contrato Social moderno, sobre la necesidad de reconocer el Derecho del Primer Habitante como más real que aquella ley del "más fuerte". Jürgen Habermas y Axel Honneth sostienen en su ética comunicativa y su lucha por el reconocimiento que una de las formas más humanas de convivencia consiste en comprender al "otro" como un interlocutor válido. Quizás este artículo pueda contribuir a una primera forma de conocer otras realidades con las cuales convivimos en nuestro espacio público e inspirar nuevos significados orientados a la convivencia y a un Contrato Social Inclusivo.