Algunos cuerpos, territorios y naturalezas importan más que otros.

26 de septiembre de 2024

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**Reflexionando sobre los incendios un 12 de octubre**

Por Erika Barzola, Magister en sociología (CEA-UNC). Directora del proyecto “Los conflictos socio-ambientales como espacios de re-politización y lucha de significados”.

Hasta el siglo XVI “América” no existía. Desde luego que el territorio y sus habitantes sí, pero nominaban de otra forma a sus lugares: Tawantinsuyu, Anáhuac y Abya-Yala. Esto da cuenta que América fue una invención forjada durante el proceso de expansión colonial. Empleamos el término invención, en oposición a descubrimiento, procurando reflejar el punto de vista crítico de quienes plantean un relato histórico no eurocéntrico.

A partir del proceso de expansión colonial se empieza a conformar un patrón de poder mundial que organiza la totalidad del tiempo y del espacio en una gran narrativa universal. En este proceso, América se constituye como el primer/espacio tiempo de dicho patrón de poder y a la vez como la primera id-entidad de la modernidad. En palabras de Wallerstein, América fue el acto constitutivo del moderno sistema mundial, es decir, una economía-mundo capitalista que no existía antes de América y no hubiese sido posible sin ella, dado que este proceso requirió el establecimiento de una relación de dominación directa de los conquistadores sobre los conquistados y una brutal concentración de los recursos bajo control y en beneficio de aquellos. Es por ello que los teóricos decoloniales sostienen que América Latina y el capitalismo nacen el mismo día.

Esta dominación social fue ejercida bajo lo que el sociólogo peruano Aníbal Quijano considera como el instrumento más eficaz inventado en los últimos 500 años: nos referimos a la idea de raza. Para Quijano, la idea de raza es una construcción mental basada en supuestas diferencias biológicas que ubica a los conquistados en situación de inferioridad respecto de los conquistadores y que, fue asumida por éstos, como elemento constitutivo de las relaciones sociales de dominación. A partir de esta idea, impuesta como núcleo básico de clasificación social de la población mundial, fueron distribuidas las nuevas identidades sociales: “Indios”, “Negros”, “Asiáticos”, “Blancos”, “Mestizos”. Esta clasificación racial de la población rápidamente quedó asociada con la división social del trabajo, lo que posibilitó la justificación de las diferentes formas de control del trabajo: la esclavitud, la servidumbre, la pequeña producción mercantil, la reciprocidad y el salario.

Si bien esta dominación colonial fue derrotada, sentó las bases para el establecimiento del patrón de poder cuya característica fundacional y esencial es la colonialidad, la debe ser entendida como un fenómeno histórico-político complejo, que ha trascendido al colonialismo y se ha extendido hasta nuestros días, debido a su capacidad de operar territorios, sujetos, culturas y epistemes a partir de la naturalización de las jerarquías establecidas por la idea de raza. Este patrón de poder que se fue reproduciendo a lo largo del tiempo, va a produciendo también su propio sentido, va produciendo su propia manera de entender, de hacer entender, de explicar, de ver, de distorsionar, de ocultar, como todo horizonte de sentido. Y este patrón de poder produce uno muy especial, muy importante, que es lo que finalmente se llama modernidad.

La modernidad debe ser entendida como un universo subjetivo, colonial y eurocéntrico, que ha servido y aún continúa sirviendo, como modo de producción y control de las relaciones intersubjetivas y del vínculo sociedad/naturaleza. En este universo subjetivo se han impuesto como hegemónicos determinados imaginarios sociales, memorias históricas y formas de conocimiento, subalternizando cuerpos, territorios y naturalezas con el fin último del control territorial y la producción de bienes comercializables. Basta con pensar los recientes incendios en la provincia de Córdoba como para advertir, tal como nos dicen los teóricos decoloniales, que hay algunos cuerpos, territorios y naturalezas que importan más que otros.