Violencia, abuso y drogas: las razones detrás del consumo en mujeres según un estudio de Cruz Roja Argentina

23 de octubre de 2024

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Un estudio reciente de Cruz Roja Argentina revela que el abuso y la violencia física son factores determinantes en el consumo de drogas por parte de muchas mujeres. Emociones como la culpa y la soledad predominan entre las entrevistadas, quienes recurren a las sustancias para "ocultar un gran dolor", según explica María Elena Acosta, coordinadora nacional de la red de Hogares de Cristo.

El estudio, realizado por el Observatorio Humanitario de Cruz Roja Argentina en colaboración con Diego Tachella Prado, investigador y docente de Universidad Siglo 21, se basó en entrevistas a 15 mujeres de entre 20 y 45 años.

El informe titulado “Percepciones y experiencias de mujeres en tratamiento por consumo problemático” destaca que la violencia intrafamiliar, tanto física como sexual, es un factor recurrente en las historias de las mujeres que consumen drogas. "Muchas descubren durante el tratamiento que buscaban aliviar el dolor de traumas pasados relacionados con abusos en la infancia o violencia física y sexual", señala Carlos Damin, toxicólogo y director del Hospital Fernández.

De las 15 mujeres entrevistadas, 9 estaban en tratamiento en el momento de la consulta, mientras que las otras 6 ya se habían recuperado y ahora acompañan a otras mujeres en espacios de internación. Según Rodrigo Cuba, subsecretario de Desarrollo Humano de Cruz Roja Argentina, compartir sus historias ayuda a muchas de ellas en su proceso de sanación. "Son mujeres que han superado la etapa más crítica del consumo y encuentran en la verbalización de su experiencia una forma de reconciliarse con su historia", añade Cuba.

El estudio, realizado en Hogares de Cristo de Córdoba y otras ciudades del país, también pone de manifiesto la escasez de recursos adecuados para el tratamiento de mujeres con adicciones. Actualmente, solo hay 13 centros de internación especializados para mujeres en todo el país, distribuidos en 8 provincias. En cambio, existen 63 centros exclusivos para varones y 10 centros mixtos, ocupados mayoritariamente por hombres. Además, de los más de 600 centros ambulatorios mixtos, solo 15 están diseñados exclusivamente para mujeres.

Más allá de la falta de infraestructura, las mujeres enfrentan barreras simbólicas que dificultan su acceso a los tratamientos. Las responsabilidades de cuidado, el estigma social y la falta de adaptación de los servicios a sus necesidades específicas son obstáculos frecuentes.

Uno de los hallazgos más relevantes del estudio es que las mujeres perciben el consumo de drogas como una "relación" que les brinda alivio y compañía en momentos de soledad o angustia. "Describen esta relación como un ciclo de dependencia emocional y física, donde las sustancias se vuelven una parte central de sus vidas. Sin embargo, esta relación está acompañada de profundos sentimientos de culpa y remordimiento", indica el informe.

La investigación también revela que muchas mujeres comenzaron a consumir drogas en el contexto de relaciones abusivas. En varios casos, el inicio o la continuidad del consumo estuvieron ligados a parejas violentas. Esta doble problemática, violencia de género y adicción, dificulta aún más el acceso y la efectividad de los tratamientos, advierten los investigadores.

El informe subraya la urgencia de implementar acompañamientos y tratamientos que contemplen las realidades específicas de las mujeres que han sido víctimas de violencia física y sexual. "Es crucial no solo contextualizar la situación de estas mujeres, sino también brindarles apoyo psicológico, información y un acompañamiento adecuado", concluye el equipo de Cruz Roja.

El estudio de Cruz Roja Argentina destaca que las mujeres que buscan tratamiento por consumo de drogas suelen tener historias marcadas por la violencia y el abuso. A pesar de los desafíos, muchas encuentran en el tratamiento una oportunidad para sanar y ayudar a otras en situaciones similares. Sin embargo, es evidente que se necesita mejorar la infraestructura y adaptar los tratamientos a las necesidades particulares de las mujeres para ofrecerles el apoyo adecuado en su proceso de recuperación.

Este tipo de investigaciones son fundamentales para visibilizar los factores que conducen a las mujeres al consumo problemático y para desarrollar políticas públicas que brinden soluciones efectivas con perspectiva de género.