Economía circular: consumir mejor es la tarea

15 de marzo de 2022

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Carolina Ulla, Directora de la Lic. Ambiente y Energías Renovables, de Universidad Siglo 21 brinda algunas claves para disminuir la generación de residuos.

Cada 15 de marzo, a nivel mundial, se conmemora el Día del Consumo Responsable con el fin de concientizar a la comunidad e involucrar a los habitantes en acciones tendientes a la sustentabilidad. En este marco, la meta es la instalación de un nuevo paradigma: la economía circular.

Carolina Ulla, Directora de la Lic. Ambiente y Energías Renovables de Siglo 21, explica: “Actualmente estamos bajo el paradigma lineal, que tiene que ver con extraer recursos naturales, producir, consumir y tirarlos rápidamente” y señala que ese tipo de práctica es cada vez más acelerada, deviniendo en los grandes basurales a cielo abierto o vertederos.

Así, la idea es “repensar el uso y manejo” de los bienes que provee el ambiente. “Se busca una utilización más racional”, advierte y sigue: “Usar infinita cantidad de veces, extendiendo la vida útil para evitar la disposición final”.

En los últimos años, la noción se abrió paso tanto entre productores como consumidores, de manera tal que, reutilizar, reciclar y compartir es cada vez más frecuente. No obstante, la tecnología avanza a ritmos acelerados, a la par del cambio climático. Pasar a la acción, cuestionarse y comprometerse con un nuevo sistema es crucial, ya que, “el mejor residuo es el que no se genera”.

Consumir mejor es la tarea

Para iniciar

“Ser un consumidor conciente implica más que todo una serie de compromisos”, señala Ulla previamente a detallar algunas claves para incorporar en la cotidianeidad. En primer lugar, aconseja que, a la hora de seleccionar un producto, se piense en el cuidado del ambiente y las personas. “Es una compra que trasciende el valor económico –dice- y va más allá, teniendo en cuenta lo simbólico”.

A su vez, vinculado al concepto de reciclaje, añade: “También tiene que ver con elegir aquello que provenga de fuentes renovables o materiales recuperados”. Asimismo, es importante considerar que lo adquirido sea fácil de reutilizar posteriormente.

Es básico, entonces, prolongar el empleo de los artículos, “lo cual va a evitar que se tengan que extraer nuevamente recursos naturales para generarlos otra vez”. Al respecto, también precisa que la antítesis de este hábito es el modelo instalado de obsolescencia programada.

“Los productos tienen una fecha de vencimiento que es un segundo o cinco minutos; rápidamente se transforman en deshechos y es lo que impulsó a las personas a un ritmo de compra y descarte perjudicial para el planeta”, subraya la Directora.

Por otro lado, recomienda contemplar el impacto social, de lo cual amplía: “Es decir, que la elaboración, confección y los procesos que den vuelta alrededor de lo que nos apropiamos respeten los Derechos Humanos, quienes desarrollan la fabricación”.

Finalmente, asegura: “Los consumos conscientes están vinculados a lo colectivo, a lo que puedo compartir con otros, como Netflix o Spotify” y ejemplifica: “Antes era un disco y ahora es una plataforma digital, como también se puede pasar de un producto a un servicio, o sea, en vez de comprar algo, alquilarlo”.

Consumir mejor es la tarea

Gran escala

Otras costumbres a adoptar se vinculan con las industrias de la vestimenta y la movilidad, dos pilares fundamentales. “La moda es una aliada estratégica”, afirma Carolina y expone: “En vez de tener tanta cantidad, se trata de tener menos prendas y que duran más tiempo, ya que el 88% de la ropa termina en disposición final”.

Además, otro método eficaz es modificar los vestuarios, mediante accesorios. “Para ponerlos más modernos o adaptarlos al verano o invierno –sugiere Ulla- se pueden anexar brillos, tachas, repararlos si están dañados”. Al respecto, celebra: “Hoy es muy común comprar ropa usada de buena calidad” y asegura que “la segunda mano es tendencia”.

En cuanto al transporte, la micromovilidad también va aumento, frente a las formas de traslado tradicional. “Tener un monopatín para ir de un lugar a otro es algo normal entre los chicos o ir a trabajar en bicicleta, caminar más y es muy interesante por las emisiones de gases de efecto invernadero”, indica.

Por último, destaca que, en el presente, las compañías de tecnología se han sumado a los movimientos ambientalistas: “Las marcas han empezado a desarrollar técnicas para extender la utilidad de materiales como computadoras o celulares”.

“Hoy en día los sistemas operativos se actualizan –continúa-, ofreciendo las mismas prestaciones y evitando que se compren constantemente herramientas nuevas, lo cual tiene que ver con la economía circular”.

En esta línea, observa también: “El 80% de los dispositivos móviles termina siendo tirado y por eso las empresas nos terminan comprando nuestros aparatos o nos dan dinero que evite que vayan a enterramiento”.

Para concluir, insta a la juventud a formar parte de la sensibilización y demandar políticas públicas pertinentes a la problemática. “Necesitamos tanto jóvenes, como una clase política formada técnicamente para lograr una transformación”, cierra.

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