GEN IA: Luces y sombras de una tecnología en ascenso
22 de enero de 2025
Por Magister Carina Marques Bertinatti. Directora de la Maestría en Administración de Empresas de la Universidad Siglo 21.
La adopción de la inteligencia artificial generativa (IAG) está marcando un antes y un después en el ámbito empresarial. Según múltiples estudios recientes, esta tecnología no solo incrementa la eficiencia y productividad, sino que redefine los modelos de negocio y fomenta la innovación. Sin embargo, su implementación no está exenta de desafíos.
Beneficios atribuidos a la IAG
A nivel global, un informe de Deloitte (2024) identifica que el 42% de las empresas encuestadas que utilizan IAG han mejorado significativamente su eficiencia y productividad, además de reducir costos. Un 58% reporta beneficios adicionales, como innovación, mejora de productos y servicios, y relaciones más sólidas con los clientes. De acuerdo a McKinsey (2024), las empresas reconocen aumentos significativos en los ingresos (de más de 5 por ciento) derivados del uso de GEN IA en la cadena de suministro y la gestión de inventarios así como reducciones de costos principalmente en las funciones de RRHH, derivados del uso de IAG. Según la Encuesta 2023 de KPMG, el 93% de los líderes empresariales estadounidenses consultados cree que la IAG aporta valor al negocio, principalmente a través de incrementos en la eficiencia, productividad y la toma de decisiones basadas en datos y un 80% considera que esta tecnología causará definitivamente una disrupción en sus industrias.
En Argentina, las perspectivas también son prometedoras. Según Microsoft (2024), el 84% de los líderes empresariales consultados espera un aumento del 34% en la productividad empresarial gracias a la IAG, que además señala cuatro beneficios principales de la IAG: mejora la calidad del trabajo (84%), satisfacción del cliente (82%), compromiso del personal (70%) y eficiencia (63%). Las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPyMES) consideran esta tecnología como clave para mantener su competitividad y responder mejor a las necesidades de los clientes. Por cada dólar invertido en IAG, las empresas argentinas estiman un retorno de $2,6 (IDC, 2024), consolidando su viabilidad financiera.
Desafíos emergentes de la IAG
El entusiasmo global contrasta con los desafíos para implementar esta tecnología. Según McKinsey (2024), el 44% de las empresas consultadas experimentó consecuencias negativas derivadas de la utilización de IAG, destacándose la inexactitud y la ciberseguridad. En esta misma línea, Deloitte (2024) señala como las principales barreras identificadas por las empresas del estudio, a la existencia de limitaciones de datos, la preocupación por el cumplimiento de la normativa, la dificultad en la gestión de riesgos y la ausencia de un modelo de gobernanza de IAG. Asimismo, destaca que se advierte gran preocupación respecto de la gestión de datos dado que el 55% evita casos de uso por problemas relacionados con los datos, tales como privacidad, seguridad e incertidumbre sobre la propiedad intelectual. Por su parte, KPMG (2023) señala que los mayores obstáculos para implementar IAG para las empresas estadounidenses son la falta de talento capacitado para desarrollar y aplicar IAG, la incapacidad para hacer pivotar las aplicaciones y sistemas heredados, la incertidumbre normativa y la resistencia cultural interna.
En Argentina, los principales obstáculos incluyen la falta de habilidades especializadas (53%), la preocupación por la seguridad de datos (40%) y la escasez de talento técnico para implementar IAG (IDC, 2024).
¿Las claves para el éxito?
El éxito en la implementación de IAG no radica únicamente en adquirir la tecnología, sino en integrarla de manera estratégica y profunda en las funciones y procesos del negocio. Alex Singla (socio de McKinsey) destacó que las empresas que están obteniendo mejores resultados en la creación de valor a partir de la IAG son aquellas que están transformando flujos de trabajo completos y rediseñando procesos clave con el apoyo de esta tecnología. Este enfoque supera la simple integración superficial a las formas de trabajo actuales y maximiza el potencial de esta tecnología disruptiva.
Asimismo, se considera relevante que las empresas puedan medir el impacto real de sus iniciativas de IAG, tanto positivos como negativos. Al parecer, esta cuestión es aún muy incipiente en las empresas y debiera mejorarse. Según Deloitte (2024), menos de la mitad de las empresas relevadas utiliza indicadores de desempeño o métricas específicas para evaluar resultados y han realizado esfuerzos para definir y medir dicho impacto de manera exacta.
En conclusión, la IAG se presenta hasta el momento como una tecnología poderosa que exhibe beneficios empresariales reales interesantes (incrementos en la eficiencia, productividad e innovación, mejora de productos/servicios y de satisfacción de clientes y personal de las empresas como así también reducción de costos en algunas actividades específicas, etc.), pero también requiere poner atención para monitorear de cerca y gestionar algunas limitaciones y desafíos (inexactitud, privacidad, seguridad de los datos, incertidumbre normativa, déficits de gobernanza, falta de talento especializado y resistencia cultural interna, etc.).
Por tanto, en un entorno global y local cada vez más competitivo, las empresas que logren adoptar integralmente la IAG de manera responsable y superar sus barreras serán posiblemente las que maximicen el potencial disruptivo de esta tecnología. Argentina, con su creciente interés, tiene una oportunidad única para posicionarse como un referente en su adopción en América Latina, para lo cual deberá esforzarse por medir los impactos exactos de su utilización y llevar adelante una adecuada gestión de riesgos para capturar la mayor creación de valor posible derivada de IAG.