¿Todo fuego es político?
18 de marzo de 2025

Por Erika Bárzola
Directora del grupo de investigación “Los conflictos socio-territoriales como espacios de re-politización y lucha de significados” – Universidad Siglo 21
Con el surgimiento de la Ilustración y el posterior desarrollo de las ciencias modernas, se consolidó una nueva forma de comprender la existencia de las cosas. Este enfoque, ausente en otras cosmovisiones, llevó a que el ser humano dejara de percibirse como parte de la naturaleza.
En América Latina, hacia finales del siglo XX, emergió una corriente crítica que cuestionó esta división entre lo social y lo natural, invitando a reflexionar sobre las relaciones simbióticas entre las personas y sus entornos. Desde esta perspectiva, es posible analizar el complejo entramado que subyace a los incendios en la Patagonia.
Uno de los primeros puntos a considerar es que, según datos del Estado Nacional, el 95% de los incendios en el país son intencionales. Esto plantea una pregunta clave: ¿se debe a una proliferación de personas piromaníacas o existen intereses ocultos detrás de estas cifras? ¿Cuáles son las motivaciones que llevan a incendiar las sierras de Córdoba, el delta del Paraná, los esteros del Iberá o distintos sectores de la Comarca Andina del paralelo 42?
En segundo lugar, si bien el valor de estos territorios no está en discusión, cabe preguntarse qué tipo de valor predomina: ¿económico, paisajístico, de conservación, simbólico? En un mismo territorio, conviven distintas valoraciones que entran en conflicto, generando efectos dispares sobre su uso y gestión.
Además, resulta imprescindible abordar la intersección entre racialidad y dominación, una problemática cada vez más presente en la Patagonia. Esto abre un debate profundo sobre la propiedad de la tierra y las formas de dominación territorial: ¿se habla de propiedad privada, comunal o ancestral?
Otro punto clave es el avance de las prácticas extractivas —forestales, turísticas, hídricas, inmobiliarias y agrícolas— en los territorios afectados por los incendios. Por ejemplo, la expansión de la frontera agroextractivista es una de las principales causas de los incendios en el delta del Paraná, mientras que los emprendimientos inmobiliarios y mineros han provocado incendios en las sierras de Córdoba. Del mismo modo, en la Patagonia, la construcción de una represa hidroeléctrica entre Bariloche y El Bolsón, sobre el arroyo Baguales, forma parte de esta problemática.
A todo ello se suma la política gubernamental, que determina la asignación de recursos para la prevención y gestión del fuego. En 2024, por ejemplo, se ejecutó un 81 % menos del presupuesto del Servicio Nacional de Manejo del Fuego, mientras que trabajadores de Parques Nacionales, incluidos 400 brigadistas, operan sin contrato.
Como resultado de esta combinación de factores, Greenpeace informa que más de 37.000 hectáreas han sido consumidas por el fuego en la Patagonia Argentina. Entre las áreas más afectadas se encuentran:
Caviahue (Neuquén): 450 hectáreas
Parque Nacional Lanín (Neuquén): 15.200 hectáreas
Parque Nacional Nahuel Huapi (Río Negro): 10.233 hectáreas
El Bolsón (Río Negro): 3.637 hectáreas
El Pedregoso (Chubut): 55 hectáreas
Epuyén (Chubut): 3.530 hectáreas
Atilio Viglione (Chubut): 4.496 hectáreas
Consecuencias inmediatas
Los incendios en la Patagonia han generado impactos devastadores en distintos niveles. En primer lugar, la pérdida del bosque andino patagónico representa un daño ambiental de largo plazo, ya que su regeneración podría tardar más de 200 años. Además, el turismo, una de las principales actividades económicas de la región, se ha visto gravemente afectado. En El Bolsón, por ejemplo, los refugios de montaña dentro del ANPRALE, uno de los principales atractivos turísticos, permanecen cerrados debido a los incendios.
El impacto social también ha sido significativo, especialmente en los incendios de interfase, como los ocurridos en Epuyén y El Bolsón, donde se han perdido viviendas, animales y huertas, destruyendo el entramado comunitario de quienes habitan esos territorios. En el incendio de El Bolsón, un hombre de 87 años perdió la vida al regresar a su vivienda para rescatar a sus animales y ser alcanzado por las llamas.
A esto se suma la persecución y criminalización del pueblo mapuche, acusado injustamente de provocar los incendios. En diversos discursos mediáticos y políticos, se ha señalado a las comunidades indígenas como responsables de los siniestros, reforzando estereotipos y discursos de odio que históricamente han justificado su exclusión y represión.
Un espejo de conflictos sociales
La socióloga e investigadora Maristella Svampa señala que la Comarca Andina del paralelo 42 funciona como un "analizador social", revelando problemáticas estructurales. En este escenario, emergen con claridad la desigualdad social y racial, marcada por un profundo anti-indigenismo, y la lucha asimétrica de los pueblos originarios por el acceso a la tierra y la preservación de sus costumbres. Al mismo tiempo, se evidencia la impunidad con la que operan los intereses económicos —locales o no— en connivencia con sectores políticos, favoreciendo la expansión de las fronteras extractivistas en detrimento de quienes buscan vivir en equilibrio con la naturaleza.
En definitiva, todos estos factores constituyen el "combustible" que aviva los incendios. Cuando las llamas avanzan, queda en evidencia que todos los fuegos son políticos.