Del dolor a la acción: una historia de resiliencia

20 de septiembre de 2021

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Iván y Luciana perdieron a Alejo, su nene de 4 años, por una fatalidad en un jardín de infantes en el año 2013. Juntos crearon “Infancia Segura”, una fundación para neutralizar factores de riesgo en establecimientos educativos. Él, además, decidió formarse y egresó de la Licenciatura en Higiene, Seguridad y Medio Ambiente del Trabajo.

Hay miles de historias entre quienes egresaron de Siglo 21. La de Iván Orellano y su familia es una tan difícil como movilizadora. Golpea y conmueve en igual proporción.

En Arroyito, a 115 km de Córdoba Capital, Iván y Luciana recibieron el 13 de mayo de 2013 la peor noticia que como padres podían recibir. Alejo, su hijo que en aquel entonces tenía 4 años, perdió la vida en un jardín de infantes.

Todo lo que sigue es una conmovedora historia de resiliencia. De dos personas que se unieron desde el dolor y accionaron para que fatalidades así no vuelvan a suceder. “Es nuestro propósito, el que nos ayudó a caminar y seguir avanzando”, cuenta Iván sobre el origen y razón de ser de “Infancia Segura”, la fundación que crearon apenas un año después y ya lleva más de 7 años bregando por la seguridad infantil, poniendo siempre en relieve la vulnerabilidad en la niñez.

En pleno duelo, fue Luciana, la esposa de Iván, quien tuvo la iniciativa. Había que hacer algo. No sabían qué ni cómo, pero sentían que algo debían hacer. Desde Arroyito y por videollamada, Iván comparte sobre los comienzos de la fundación: “Luciana se puso en contacto con un amigo, que era justamente un profesional de Higiene y Seguridad, y ahí comenzamos este camino de diagramar y desarrollar distintas actividades con cuatro profesionales para evitar que vuelva a suceder lo que pasó con Alejo”.

“Sentíamos que habíamos heredado un mandato cuando Alejo parte, como un propósito… sentíamos ese trabajo por la seguridad infantil como algo propio, como nuestra razón de ser en lo personal, en lo familiar, llevando siempre como visión una cultura de prevención de accidentes, donde hay muchísimo por hacer”, agrega.

Estudiar para accionar

Luego de analizar todas las opciones posibles, se inclinó por volver a su antigua escuela Dr. Dalmacio Vélez Sarsfield. Sí, donde supo obtener su título secundario, funciona un Centro de Aprendizaje Universitario (CAU) de la Universidad.

“Había otras alternativas, pero había que viajar cada quince días. Siglo 21 me permitía seguir en mi lugar y con una modalidad de cursado virtual que se adaptaba a mi realidad: estaba cerca de mi familia y podía compatibilizar el estudio con mis tareas laborales y en la fundación”, cuenta.

El hoy Licenciado en Higiene, Seguridad y Medio Ambiente del Trabajo reconstruye cómo fue ese recorrido hasta alcanzar el título, un camino para nada exento de sacrificio y dedicación: “Madrugaba para estudiar, porque yo entro 7.30 a mi trabajo. Me levantaba todos los días a las 5 de la mañana y la familia sabía que los fines de semana me dedicaba a terminar con las APIs, a cumplir con las fechas de entrega. Siempre los domingos cerraba alguna fecha, así que los domingos me ponía con los trabajos prácticos. La familia fue ese equipo que me acompañó a lograr la meta”.

Alertas encendidas

Luego de diagnosticar y trabajar en más de 40 escuelas y jardines de Arroyito y la zona, Iván sostiene que hay tres condiciones de riesgo que requieren extremo cuidado por parte de adultos: seguridad eléctrica, desorden general o depósitos sin orden y peligros en patio de juegos.

“La seguridad es muy dinámica, es día a día. En las escuelas entran muchas personas. El electricista, el que va a arreglar el aire acondicionado… es una casa… esa persona que va a hacer una intervención a la escuela puede dejar algo fuera de lugar, puede dejar una escalera mal posicionada y ahí es donde empieza el trabajo de concientización de la fundación con recomendaciones y sugerencias”, señala.

Por ejemplo, en relación a los patios de juegos manifiesta: “No se respeta la ingeniería propia que debe tener el juego de acuerdo a la edad de los niños. Por ahí, hay juegos con exceso en altura. Toboganes muy altos… en nuestra zona no tenemos pisos con baldosas de goma como hay en otras provincias o países. El impacto de una caída desde dos metros al piso es muy distinto al impacto de caer sobre una baldosa de goma”.

Iván enfatiza en la necesidad de estar presentes y atentos en espacios que habiten niñas y niños. “No hay que subestimar la vida. No podemos perderlos de vista, hay que garantizarles su desarrollo. Tengamos en cuenta que la escolarización arranca con 3 años y recién a los 9 o 10 años toman noción del peligro. Es mucho tiempo en el cual dependen exclusivamente de lo que hagamos como adultos. Nuestra responsabilidad es que crezcan sanos. Ese es nuestro anhelo, que nunca más pase lo que le pasó a Alejo”, cierra al tiempo que aclara que su deseo es “una explosión que nos haga llegar a cada rincón de la provincia”. Este es la historia de Iván, nuestro egresado que transformó el dolor en acciones positivas.

Conocé más sobre Infancia Segura: https://www.fundacioninfanciasegura.org/

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