Género

Nicolás Ampoli: “Es necesario buscar que los varones participen, revisen, analicen, cuestionen y modifiquen su masculinidad hegemónica y sus mandatos patriarcales”

6 de diciembre de 2021

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En el marco de los 16 días de activismo contra la violencia de género, compartimos reflexiones de Nicolás Ampoli, Lic. en Psicología y docente de la Tecnicatura en Promoción Comunitaria de la Niñez y la Adolescencia. Miembro del Proyecto de Intervención Comunitaria (PIC): "Ser varón hoy: Repensando las masculinidades", y director del Proyecto de investigación: "Violencia en noviazgos adolescentes: su relación con las dificultades de regulación emocional".

Hay cuestiones importantes a tener en cuenta cuando se trabaja sobre las masculinidades. En primer lugar, la cultura promueve determinadas pautas de socialización de género que perpetúan las desigualdades entre varones y mujeres. El hecho de que la mujer sea socializada como alguien pasivo, que debe “ser rescatada”, amable y pura, hace que fácilmente se estructure desde un rol pasivo o incluso como objeto. Por su parte, que el varón sea socializado como el “proveedor”, quien debe ser fuerte y “rescatar” a quien es más débil, potencia conductas dominantes y agresivas, llegando fácilmente a situaciones de violencia.

En segundo lugar, tanto la violencia física, psicológica, así como el ejercicio abusivo y controlador de la sexualidad, son a menudo considerados como parte de “la naturaleza de los hombres”, pero en realidad responde a aprendizajes y construcciones sociales que dependen de las normas predominantes en una determinada cultura local y global.

En tercer lugar, en nuestra sociedad occidental, el modo de ser “varón dominante” se conoce como “masculinidad hegemónica” y funciona como un ordenador de las relaciones de género: un arquetipo del “ser varón” que se impone de manera invisible y se establece como medida de lo normal. Es el modelo que se enseña, mayoritariamente, a los niños y adolescentes sobre cómo deben comportarse, qué tienen que pensar y qué sentimientos pueden expresar y cuáles deben reprimir. Indica que el varón debe ser activo, fuerte, no expresar emociones, no demostrar miedo, ser jefe de hogar y proveedor. En definitiva, se prescribe la heterosexualidad como obligatoria y esto implica la estigmatización de las masculinidades que no cumplan con dicha norma.

Desde pequeños se les enseña a los niños la obligación de ser valientes, agresivos y a ejercer el poder y el control en todos los ámbitos de la vida. Este modelo hace prevalecer el dominio y los privilegios masculinos. Por ello, a la pregunta sobre la importancia de repensar las masculinidades, creo que es fundamental propiciar espacios de reflexión y aprendizaje de nuevos modelos de socialización en masculinidades. Las mujeres están en un proceso de reconstrucción de su rol social desde hace décadas. Los varones en la actualidad se ven desorientados e interpelados por estos estereotipos masculinos patriarcales que no les ofrecen ahora una respuesta adecuada al cambio y transformación social en relación a su rol.

Ante la incertidumbre, los varones de todas las edades no encuentran cómo afrontar los nuevos retos, entre sentirse cuestionados, confrontados, amenazados o desconcertados por los cambios. Ellos están entre implicarse o no, comprometerse o no, cuestionarse o no, en las transformaciones impulsadas principalmente por mujeres. El “campo de juego” ha cambiado: las mujeres han cuestionado estos mandatos sobre su rol, han denunciado la desigualdad, están en proceso de reconstrucción.

Los varones son la otra punta del hilo: es fundamental que puedan comenzar a de-construir sus roles asignados. El objetivo fundamental que uno debe plantearse como agente de salud es que los varones puedan aprender nuevas maneras de ser varones, es decir, nuevas maneras de pensar, de manejar sus sentimientos, nuevas maneras de comportarse. Construir procesos de equidad y democracia de género y que además se pueda prevenir y erradicar todas las formas de violencia y discriminación hacia las mujeres, hacia los niños, niñas, adolescentes, otros hombres, y hacia la naturaleza. El cambio no es algo fácil ni rápido, estaremos ayudando a “romper” con mandatos que llevan ya muchísimos años, siglos y milenios.

Frente al avance del feminismo cuyos aportes contribuyeron a que varones y mujeres cuestionan los roles asignados social y culturalmente, resulta fundamental acompañar desde espacios de reflexión sobre todo a los adolescentes varones en este proceso de socialización. Resulta primordial trabajar sobre las sutilezas cotidianas que perpetúan la desigualdad, expresados en micromachismos, revisar y cuestionar mandatos sociales asociados a su rol, y acompañar emocionalmente en estos procesos.

Es necesario buscar que los varones participen, revisen, analicen, cuestionen y modifiquen su masculinidad hegemónica y sus mandatos patriarcales; que cuestionen el modelo que sustenta el “ser hombres”, su estructura ideológica y su traducción en relaciones desiguales de poder con las mujeres, niños, niñas, adolescentes, otros varones e incluso otros seres vivos. A partir de los procesos de revisión y cuestionamiento se generan procesos de des/ideologización y decodificación para que estos hombres estén en condiciones de construir una masculinidad alternativa.