De la educación para pocos al modelo compartido
8 de febrero de 2022
Felipe Pigna abrió la segunda jornada del 4° Congreso Innova Educa 21 con una conferencia magistral sobre la evolución de la educación en el mundo y en nuestro país.
El escritor e historiador argentino, Felipe Pigna, brindó una conferencia sobre la historia de la educación en la edición 2021 del 4° Congreso Innova Educa 21. En primer lugar, hizo referencia a que está impregnada por una visión eurocéntrica y aclaró que “toda cultura educa”, incluso aquellas que no accedieron a la grafía.
La aparición de la escritura se produjo hace 6.000 años, en lo que es hoy Irak, pero aclaró Pigna que “el poder se guardó para sí la educación durante 5800 años”. “Una cosa es cuando se inventa la escritura y otra cuando se accede a ella”, explicó.
Buceando en la historia formal de la educación, destacó una fuerte impronta de India y China. También señaló a los griegos como grandes maestros, con distintas escuelas y formas de enseñar. “La escuela socrática y presocrática plantea la idea de que al conocimiento hay que adquirirlo y ponerlo en duda permanentemente”, comentó. “Sócrates fue condenado por corromper a la juventud, por traer ideas que no eran de la época. Las mujeres estaban excluidas, así como los esclavos y los extranjeros”.
Roma y el sur de España -donde hubo presencia musulmana- fueron importantes para la educación y un personaje interesante fue Carlomagno. “Se transforma en uno de los emperadores pos imperio romano y hace una importante difusión de la cultura. La educación no era para el pueblo sino para los dirigentes y sectores de poder”, narró Pigna.
De la misma manera, Santo Tomás representa la mixtura de pensamiento cristiano que convierte a la Biblia en pensamiento filosófico. “Hay elementos potentes en torno al poder, en quiénes son los hombres que tienen derecho, los gentiles y no gentiles. Las bibliotecas van a ser grandes reservorios de pensamiento en los monasterios y la transmisión de pensamiento pasaba muchísimo por la iglesia”, explica.
El siglo XIV es el “siglo bisagra” de la historia porque “se ponen en duda valores tradicionales, entre ellos, lo educativo”. La peste negra que azotó al mundo “pone en duda a la religión ortodoxa, cuestiona el modelo feudal del enclaustramiento y plantea la libertad individual, la salud, el erotismo en sentido amplio”.
A partir de entonces, “el hombre como centro del estudio y esto produce una revolución en la educación”. Ahí es cuando aparece el humanismo, lo que implica que “somos mortales” y que “hay que educar para la vida, para la salud”.
La iglesia tiene fuerte poder en la educación, hasta la reforma de Lutero y Calvino. “La gente puede acceder a una versión barata de la Biblia y no necesita a un sacerdote que la interprete. Ahí aparece la contrarreforma y los jesuitas, cuya obra educativa es muy interesante y en las misiones a América los jesuitas enseñan y aprenden”. En efecto, crearon la primera universidad en la provincia de Córdoba.
Un momento apasionante para la educación es entre el siglo XVI y XVII, cuando aparece el racionalismo de la mano de Descartes y el empirismo de la mano de los ingleses, Hobbes, Locke y Bacon, quienes luchan contra la religión dogmática. “Se produce un cambio de época: la educación se ve impregnada de darle al alumno elementos de comprobación empíricos”.
Llega el período de las revoluciones (industrial y francesa) y se defiende que “la educación tiene que ser libre”, aunque “falta mucho para que la mujer pueda acceder a sus derechos”.
De ahí, el historiador saltó a la Argentina e introdujo a Manuel Belgrano, quien vuelve al país en 1794 después de estudiar en Europa y está preocupado por la educación. “Para 1795, redactó la primera ley de educación gratuita. Un siglo antes que Sarmiento incorpora a las mujeres y redacta programas de estudio que hablan de educación elemental, vinculada a lo práctico”.
“La revolución (de Mayo) es una tarea interesante en la ampliación de escuelas para niñas”. Es la época en la que se van abriendo escuelas en vinculación con el gran educador (Johann Heinrich) Pestalozzi quien plantea “ir adaptando la enseñanza al nivel evolutivo del niño y no ir más delante de lo que el niño o niña pueda entender”. “Pestalozzi fue clave para la difusión de la educación a nivel masivo”, explicó Pigna.
Más tarde, a fines del siglo XIX, con la consolidación de los estados nacionales, se consolida el modelo del ciudadano. “Leyes como la 1420, escrita y redactada por Domingo Faustino Sarmiento, que establece educación gratuita, laica y obligatoria, significó una lucha contra la Iglesia y es ruptura con el Vaticano durante la presidencia de Roca”, añade.
En los años 80, además de la consolidación del Estado, a la cohesión nacional se agregaba el fenómeno inmigratorio. “Es una verdadera Babel como dice Alberdi”. Para ese entonces, “había que formar ciudadanos, transmitir valores, enseñar la lengua, las tradiciones nacionales, conformar un panteón nacional de ficciones guiadoras (mitos fundantes) para lo que la educación jugó un rol fundamental”.
Se produjo un auge de la expansión educativa desde la década del 80 hasta mediados de los 30, del siglo XX. “Aparece la radio como fenómeno masivo y donde el estado no necesita tanto de la educación como único medio de transmisión de valores”, señaló Pigna.
La década de 30, de crisis mundial, deja una baja en el presupuesto educativo y en el aumento de las matrículas porque el poder real “se da cuenta que tiene otros métodos para educar o transmitir valores que no necesariamente pasan por la escuela”.
“Piaget marca la pedagogía de la década del 40-50-60 que ya ha pasado de moda y hoy estamos hablando de una eco educación, una educación general donde entra todo, donde lo experimental es fundamental, donde entendemos que estamos formando ciudadanos, portadores de derechos y obligaciones. Esta idea de ciudadano tiene que ver con una corresponsabilidad y la educación tiene que apuntar ahí”, manifestó Pigna.
Finalmente, señaló que “estamos viviendo cambios profundos, que hablan de la crisis del aula tradicional, que era previo a la pandemia. La crisis del aula en el sentido del modelo unidireccional, donde el profesor enseña y el alumno aprende. Hace 10 años se ve la crisis de ese modelo unidireccional. Y ahora agregamos educación a distancia que es un fenómeno viejo pero imprescindible por la pandemia. Es una posibilidad enorme de democratizar la enseñanza”, concluye.
“En algún tiempo, en los años 70, se habló de educación permanente, donde todo educa. Hoy estamos en condiciones de hablar de una enseñanza total (por las redes y la educación remota) y hay que pensar en el alumno a la hora de hacer una clase, aunque parezca una obviedad. El acto de educar es un 50 % nuestro y 50 % de nuestros alumnos. Es maravilloso pero hay que darle lugar. Hay que tener la claridad que de ninguna manera somos protagonistas del acto educativo, en todo caso es un acto compartido”, finalizó.