Lo que Roblox nos dejó…..y ¿la educación tomó?

Durante los últimos meses, Roblox —la popular plataforma de juegos en línea— volvió a instalarse en la conversación pública.

 Aunque desde hace tiempo circulan opiniones encontradas sobre su uso, el debate tomó otra dimensión cuando ministerios de educación de grandes ciudades de nuestro país prohibieron su acceso en las escuelas.

No es la prohibición la que nos interpela en este escrito, tampoco es la plataforma en sí misma (mucho hay sobre ello en portales, redes sociales y demás). Si no en lo que este episodio vuelve a poner en primer plano: la discusión sobre la llamada ciudadanía digital.

Conviene recordar algo que forma parte del consenso educativo: la escuela, como institución, tiene entre sus misiones fundacionales la formación de ciudadanos, entendida como el ejercicio de derechos y responsabilidades dentro de una comunidad política. Esa premisa no está en discusión.

Ahora bien, que implica hablar hoy de ciudadanía digital desde un enfoque crítico y emancipador, la ciudadanía digital puede entenderse como capacidad—y el derecho—de acceder, comprender, analizar, producir y participar en los entornos digitales de manera ética, crítica, creativa y segura, asumiendo responsabilidades individuales y colectivas en la construcción de convivencia, pluralismo y democracia en la red. Esta mirada se entrelaza con la tradición latinoamericana de “educomunicación” y la pedagogía crítica de Paulo Freire, que concebía la educación como diálogo y acción transformadora.

Como puede observarse, pensar la ciudadanía va mucho más allá del solo hecho de garantizar el acceso a la tecnología, sino que contempla la necesidad que la educación asuma como parte de su contrato fundacional el  formar para los espacios virtuales, así podemos comenzar a hablar del ejercicio de una ciudadanía plena.

Claro que este ejercicio no se podrá consolidar de un momento a otro y nadie tiene total certeza de los caminos o pasos a realizar. Pero lo importante es que ya dejamos de mirar al costado y ponemos sobre la mesa la necesidad imperiosa de regular, trabajar y educar en, para y con entornos digitales.

Abordar la ciudadanía digital implica comprenderla como “defensa” frente a los riesgos, sino como territorio de creación, encuentro y disputa. Roblox, como tantas plataformas, pone en escena la tensión entre los riesgos (grooming, ciberacoso, exposición a contenidos inapropiados, sexualización de las infancias, etc) si no como potencia educativa. (creatividad, programación, colaboración, posibilidad de construir identidades y comunidades). 

Esto abre una serie de interrogantes que atraviesan el debate público ¿Qué papel juega la educación en estas tensiones?, ¿qué políticas públicas en materia de educación necesitamos?, ¿qué lugar ocupa la escuela como institución escolar?, con respuestas que aún están en construcción.

Frente a la fascinación y las inquietudes que despiertan universos como Roblox, la educación debe mantener una presencia activa y crítica. Requiere propiciar el diálogo intergeneracional y la construcción colectiva de herramientas para leer y cohabitar lo digital, ya que estas siguen siendo los instrumentos más poderosos para cuidar y emancipar.​

De allí se desprende un desafío impostergable: crear escenarios donde la alfabetización digital incluya conversación sobre privacidad, afectos, algoritmos, sexualidad, límites y creatividad; donde lo público y lo íntimo puedan discutirse tanto en el aula como en el hogar. Solo así la ciudadanía digital será algo más que una consigna, y se convertirá en práctica cotidiana de libertad y corresponsabilidad.​

En última instancia, lo que Roblox nos deja —y la educación apenas empieza a tomar— es la certeza de que regular y acompañar no son gestos opuestos, sino eslabones de una misma apuesta ética. Una apuesta por un mundo digital habitable, donde nuestras infancias y juventudes “dominen, sin ser dominadas”. La pregunta crucial es si la escuela y la sociedad estarán a la altura del desafío.

Estos debates, tensiones y oportunidades forman parte de los ejes que se abordan en la Maestría en Innovación Educativa de Universidad Siglo 21, un espacio de formación que invita a pensar, investigar y transformar la educación en tiempos digitales.